Melissa no ha podido conseguir trabajo, y culpa de ello a su adicción: los tatuajes.
La galesa de 42 años de edad no consigue controlar su irrefrenable deseo de «rayarse» el cuerpo: comenzó a los 20, y dos décadas después tiene 800 tatuajes en literalmente toda su anatomía.
Aunque en el cuerpo de Melissa Sloan prácticamente no queda espacio para un tatuaje más, la dama busca un rinconcito libre para rayarse.
«Tatuarme es gratis, me los hago yo misma o mi novio que fue entrenado para hacerlo. Me dejo llevar por la corriente, lo que me gusta me lo pongo en la cara», relata.
Pero su adicción le ha traído problemas, uno de ellos ha sido la dificultad para encontrar trabajo.
«No puedo conseguir trabajo. No me aceptan. He pedido trabajo limpiando los baños donde vivo y no me aceptan por mis tatuajes. Pero si alguien me ofreciera un trabajo mañana, iría a trabajar, aceptaría la oferta. Me esperaba esto en la vida, no puedo encajar con la gente porque me gusta ser yo misma y siempre voy a ser yo misma», advirtió.
En lo laboral no ha sido el único terreno en el que Melissa ha sido segregada, también en lo social, desde una taberna hasta un evento escolar de sus hijos donde le fue prohibido el ingreso.
«Nunca pararé, me he tatuado encima de otros tatuajes porque ya no tengo espacio libre en mi cuerpo», concluye la galesa.
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