La camiseta rosa de Inter Miami, el equipo de la Major League Soccer en el que juega Lionel Messi, se ha convertido en un objeto de deseo en todo el mundo. Inesperadamente tras un solo verano, esta prenda es cada vez más difícil de conseguir, a pesar de su omnipresencia en estadios estadounidenses, en mercados de Buenos Aires y Bangkok, e incluso en campos de fútbol infantil en Inglaterra.
Esta fiebre por la camiseta se debe a una ecuación capitalista simple: el inmenso reconocimiento de Messi, uno de los deportistas más queridos de su generación, el color inusual de la camiseta y el potente motor de las fábricas textiles del sudeste asiático.
Este auge tomó por sorpresa a muchos, incluso a Tor Southard, director senior de fútbol para Adidas en Norte América, quien no esperaba la explosión en ventas en el momento de la transferencia del astro argentino a Inter Miami.
El efecto Messi llevó a Adidas a recibir casi 500,000 solicitudes de tiendas y proveedores para la camiseta de color rosa eléctrico específico de Miami, denominado Pantone 1895C. Este fenómeno sorpresa llevó a la compañía a necesitar más de esa tela específica, y más rápido de lo que habían anticipado inicialmente.
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