Una multitudinaria caravana compuesta por alrededor de 6,000 migrantes de Centroamérica, Venezuela y Cuba cruzó México en dirección a la frontera con Estados Unidos el domingo pasado, marcando la mayor concentración en más de un año.
Este evento, ocurrido días antes de la visita del secretario de Estado Antony Blinken a México para discutir nuevos acuerdos migratorios, refleja la creciente insuficiencia de las medidas adoptadas por las administraciones de Biden y López Obrador para frenar la migración.
La caravana, conformada mayormente por familias con niños pequeños, partió de Tapachula y, a pesar de tácticas previas de espera por parte de las autoridades, busca desafiar los esfuerzos conjuntos de ambas naciones para disuadir la migración.
Aunque en mayo López Obrador acordó recibir a inmigrantes rechazados por Estados Unidos, la actual oleada destaca las limitaciones de dicho acuerdo, afectando el comercio bilateral y generando preocupaciones sobre la capacidad de México para colaborar con EEUU.
La crisis migratoria en la frontera suroeste de Estados Unidos, con hasta 10,000 arrestos diarios este mes, ha llevado a la suspensión del tráfico ferroviario en algunas ciudades texanas.
Mientras López Obrador se muestra dispuesto a colaborar, también insta a Biden a aliviar sanciones en Cuba y Venezuela, y a brindar más ayuda a países en desarrollo.
La delegación estadounidense, que incluye a Mayorkas y Sherwood-Randall, se reunirá con López Obrador para abordar estas crecientes tensiones migratorias y encontrar soluciones efectivas.
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