Miles de familias migrantes en Nueva York enfrentan la amenaza de quedarse sin refugio en pleno invierno, tras la orden del alcalde Eric Adams de limitar a 60 días la estancia en albergues municipales.
La medida, destinada a aliviar el saturado sistema ante la llegada de solicitantes de asilo, deja a personas sin certeza de dónde vivirán después del 5 de enero.
Aunque la ciudad asegura buscar opciones ordenadas, defensores de migrantes denuncian la crueldad de desplazar a familias vulnerables durante los meses más fríos, afectando la educación de nuevos alumnos.
El límite de tiempo impuesto por Nueva York, similar al adoptado por ciudades como Chicago y Massachusetts, genera preocupación entre los migrantes que temen dormir en la calle.
A pesar de los esfuerzos del gobierno municipal por ofrecer soluciones, la falta de garantías de reubicación inmediata y el desafío de encontrar empleo en dos meses plantean desafíos significativos para estas familias, a menudo recién llegadas al país.
Con recursos municipales agotados y la incertidumbre creciendo, los afectados claman por más tiempo para estabilizarse y encontrar un hogar.
Este dilema resalta la complejidad de la situación migratoria en Nueva York, donde las políticas locales chocan con la necesidad humanitaria de las familias afectadas.
A pesar de los esfuerzos del alcalde Adams por gestionar la crisis, los defensores de los migrantes argumentan que la medida resultará en desplazamientos crueles y complicados, dejando a las familias en una situación precaria en medio del invierno neoyorquino.
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